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lunes, 16 de febrero de 2009

Filipinas a España, de Manuel Bernabé

La dulce hija, postrándose de hinojos
dice a la madre, al tiempo que sus ojos
leve cendal de lágrimas empaña
_Dios ha dispuesto el término del plazo
y ya es la hora de romper el lazo
que nos unió tres siglos ¡Madre España!

¡Madre, sí, madre! Sobre mi haz tendido
va fermentando el anhelar dormido
y el germen abonado se agiganta.
La gratitud es flor del alma mía
y no muere la clásica hidalguía
do se yergue tu cruz, tres veces santa

Puede venir el águila altanera
y hundir el corvo pico en la bandera
de gualda y oro que nos da alegría.
Podrán poner a mi garganta un nudo
que aun cuando el labio se retuerza mudo
podrá gritar el alma: ¡Madre mía!

Dichoso instante aquel que vio a las olas
dialogar con las naves españolas
llevando a Limasawa a Magallanes.
De entonces a hoy, portentos mil se han visto
y es que el poder de España arraiga en Cristo
manso y sin hiel, multiplicando panes

Soberbio es tu ideal, como tu gloria.
Largos siglos ataste la victoria
al carro de tu vieja monarquia.
¿Cómo no amar tu gesta no igualada
si en las fronteras que humilló tu espada
el gran disco del sol no se ponía?

Más no es la espada omnipotente solo
la que al brillar de uno al otro polo
obró cien maravillas en el llano:
es la esencia vital de las Españas
que al invadir palacios y cabañas
prestó eficacia al ideal cristiano

Quien empuñó con varonil denuedo
en los tiempos de Lope y de Quevedo
el cetro de oro y el blasón divino.
Quien sembró fe en la individual conciencia
decoro en la mujer, que es otra herencia
luz en las mentes y oro en el camino

La que duerme arrullada por el cántico
de las ingentes olas del Atlántico
la que empujó a Colón hasta la entraña
del mundo nuevo, que copió su hechura
la que llevó a los pueblos fe y cultura
y auras de libertad... esa es España

España, la invencible soñadora
que monta Rocinantes a deshora
los toros lidia, viste la mantilla
ama la jota y al danzón se entrega
mas cuyo acero no es la hoz que siega
sino arado que pone la semilla

La patria de la vid y la verbena
que fía a la guitarra su honda pena
dominadora de la Argel moruna
la que las tierras incas civiliza
hidalgo pueblo, de otros cien nodriza
única madre que meció mi cuna

Los claustros de tus Cuevas y tus Prados
noche y día mirándose atestados
de hijos nativos, del saber amantes
hiciste héroes y armaste caballeros
y aun late en el cantar de mis troveros
la dulcísima lengua de Cervantes

¡Oh rica fabla espiritual! Simula
cordaje de una cítara que ondula
es blanca arcilla y música ese idioma
claro choque de perlas y corales
remedo de los coros celestiales
que de Dios mismo su raigambre toma

Si lloro, se unifica con el llanto
que impregna mi kundiman cuando canto
y es en la liza imprecación alerta.
Podrán hurtarme mis veneros de oro
pero al perder tan singular tesoro
es que habré sido traicionada y muerta

Rizal, Mabini, Del Rosario y Luna
son vástagos comunes. La fortuna
dejó en su frente un evangelio escrito.
Si yo les di mi maternal entraña
no empresa mía fue sino de España
fundir el alma en su troquel bendito

La Cruz de Arrechedera y Urdaneta
está en mis cielos; tabla es que sujeta
cuando zozobra, al bien. Porque a despecho
de las más encontradas ambiciones
tu religión, tu fe, tus tradiciones
han abrigo recóndito en mi pecho

En el curso del tiempo desenvuelto
tú, España, volverás. ¿Qué amor no ha vuelto
presa en la red del propio bien perdido?
Serás un ave enferma de añoranza
que va a volar cuando la noche avanza
en dirección al solitario nido

Si están ahítos de llorar tus ojos
y en otros días te causara enojos
la era de paz y de perdón se inicie.
¡Oh, qué mejor que tras la despedida
seamos como el agua en dos partida
que se torna a juntar en la planicie!

Mientras la vista atónita vislumbra
la luz de redención en la penumbra
e hijos del alma apréstanse a las lides
¡Ve, madre! Y digan valles y colinas
¡Gloria a la madre España en Filipinas!
¡Loor eterno a ti! Tú no me olvides

1913

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